miércoles, 4 de noviembre de 2009

Por Manuel Martín García

El pasado día 3 de Noviembre hace un año que nos dejó Don Manuel Martín Cebrián, “Don Manuel”, como era conocido por sus vecinos y clientes en su botica de la calle Córdoba o Martín Cebrián para las gentes del mundo del fútbol. Hablar de él es hablar de la historia del fútbol de Puertollano, socio desde los inicios del Calvo Sotelo, y eventualmente portero del equipo de la mina de la extranjera, aunque nunca las dotes de deportista fueron su fuerte, y se decantó desde muy joven por vivir desde fuera todo aquello que movía el mundo del fútbol ese gusanillo que se te mete en las entrañas y no puedes dejar.

Pasó de simpatizante y seguidor a desempeñar labores de directivo, que con el tiempo se convirtieron en las de presidente de la entidad en unos tiempos de poca bonanza donde las ayudas de la empresa petroquímica mermaban a raudales y el equipo se desinflaba del todo en un ilusionante casi ascenso que se quedó en aguas de borrajas y en punto de inflexión para el devenir del club.

El fatídico día del Linares, el del todo o nada, cerró un poco el camino victorioso hacia la segunda división y hacia las miras ilusionantes de Don Manuel de ver el equipo de su ciudad en los más altos pedestales del fútbol español codeándose con ciudades mucho más grandes y señoriales que la nuestra, con grandes estadios y grandes aficiones. Pero humildemente la realidad nos dio la espalda y llegaron los tiempos de vacas flacas y tinieblas, donde nadie quería saber nada del Calvo Sotelo, y eran muy pocos los que llevaban con honor el nombre del equipo en el corazón, aguantando los chascarrillos y bromas del gracioso de turno riéndose de los males del equipo del que también era su pueblo.

Pero fue la fuerza de esta poca gente que mamó el fútbol desde sus orígenes quien tiró del carro y desde el mismísimo infierno de las categorías regionales supieron sacar la cabeza y reflotar con el tiempo un barco abandonado y a la deriva que se hundía por momentos y que ahora es el buque insignia de la ciudad, de la provincia e incluso de la comunidad.

Lo bueno de Don Manuel era su humanidad, su entrega, su cariño a su pueblo y sus colores, no se impresionaba cuando tenía que viajar a grandes estadios de primer nivel del fútbol nacional, o tratar con figuras del mismo. Presidentes como Santiago Bernabeu, Vicente Calderón, Rico Pérez, José Luís Núñez, o Samper el del Español, les tenían un cordial aprecio por su desparpajo cuando defendía los intereses de los equipos de la segunda B. El mismísimo Pablo Porta le alababa su tesón, y las formas de defender lo suyo.

Jugadores internacionales, figuras de los mejores equipos… no tenía reparo en tratarlos como lo que son, personas y no como mitos o estrellas, un tu a tu que les agradaba y reconfortaba, pero al igual que se desenvolvía en lo más alto también tuvo entrega en lo más bajo, viajando a pueblos pequeñísimos a los que nadie quería ir, en los tiempos en los que había que hacer los desplazamientos en coches particulares y se tomaba un bocadillo que él pagaba de su bolsillo en la mayoría de las ocasiones, Campillo, Cebolla, Villasequilla, no importaba el sitio el viaje se hacía con la misma ilusión y el mismo empeño.

Nadie ha hecho tantos Kilómetros como Don Manuel dirigiendo las expediciones del primer equipo, como delegado y a la vez como sanitario por su condición de farmacéutico… cuando no tenía que desempeñar las labores del entrenador, cuando eran expulsados, sin olvidar las labores de delegado de campo cuando se jugaba en casa. No se como lo hacía pero sabía ganarse a la gente, y era apreciado por árbitros, dirigentes de equipos contrincantes y jugadores.

Además por su implicación con la entidad, se veía inmerso en todos los asuntos. ¿Quién no conoce la famosa impugnación del partido del Lorca? Pues la hizo él, o aquella del intento de amaño entre un colegiado y la directiva del Socuéllamos. Ha estado implicado más de lo que se puede contar en más de un ascenso de categoría y no le faltaba tiempo para atender las necesidades del que se lo pidiese. Vamos igual que ahora que viajan 20 profesionales de todo tipo y todos con sus sueldos. Que si segundo entrenador, que si médico, que si físio, el delegado, etc, etc.

Siempre buen conversador, amante del fútbol por encima de forofismos, ha sabido sacar siempre lo mejor de sí, y por eso ha sido respetado. No puedo olvidar como le gustaba tomarse su cervecita alrededor de una tertulia de fútbol y como a pesar de sus vivencias con lo más granado del fútbol, nunca presumía y se alardeaba de sus conocimientos de primera mano. Tan sólo intentaba hacer ver a los contertulios a veces incrédulos de cómo funcionaba el fútbol desde dentro, con mucha pasión siempre, pero nunca perdiendo los papeles.

No puedo olvidar que el fue el último representante del club que dirigió la expedición ante el Atlético de Madrid en ese rememorado partido de Copa del Rey o el último que se sentó en el banquillo del Tartiere junto a Tartilán, el entrenador, en sus funciones de delegado. Nunca piensas quien pudo estar ahí manejando la expedición, pues si dudabas y pensabas en Martín Cebrian tenías un alto porcentaje de acierto.

En días como el de todos los Santos echamos mucho de menos a todas esas personas que veíamos desde chicos, animando a su Calvo, padres, amigos, vecinos, parientes, quien no se acuerda de ellos, un día de fútbol y recordar sus caras, sus voces en el Cerrú, disfrutando de su equipo. ¡Cuántos recuerdos se me pasan por la memoria! y no se me borra la imagen y el recuerdo de muchos de ellos, más o menos influyentes en el transcurrir de la entidad, pero todos ellos tan importantes, tan determinantes en el famoso gusanillo que antes comentaba y que cada día, me hace querer más y sentir más el equipo de mi pueblo.

Gente como mi abuelo materno que fue capaz de dejar a medio casar a un hijo por no perderse un partido de su Calvo, gente que cambiaba las fechas de acontecimientos para seguir al equipo, recuerdos en blanco y negro pero en letras de oro, hoy mis letras van dedicadas a todos ellos, y en especial a ti papá.

2 comentarios:

  1. Tuvimos la suerte de coincidir con D. Manuel, tanto Pilar como yo, en innumerables partidos en los duros años de tercera. Cuando lo conocimos personalmente, ya hacia tiempo que había pasado la mejor época del club, pero el siempre supo mantener, con su templanza y calidad humana, la grandeza del club. Si en esa epoca se respetaba a esta entidad, si la imagen que dábamos era la de un club señor, se lo debemos a la persona que tan dignamente nos representaba.
    Como nos cuenta Manuel, era una persona entrañable. Recuerdo como se le iluminaba la cara cuando nos veía por esos campos inhóspitos, con una mezcla de alegría y gratitud. Aquí están mis niños, nos decía. A lo que nosotros siempre correspondimos con respeto y cariño.

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  2. Gracias Antonio y Pilar por vuestro comentario, se que él os tenia en gran estima, pues erais los únicos que tuvisteis el valor de visitar todos aquellos campos, tan pequeños en sitios recónditos, eso si que es afición y no lo fácil de viajar a Granada, Cádiz, Oviedo, etc, etc con autobuses y excursión programada, aunque también sea de alabar, pero un poquito menos.

    Con vuestro permiso voy a contar una anécdota al respecto de esos desplazamientos a los pueblecitos. Como erais los únicos que viajan un partido si y otro también fuese de donde fuese el pueblo en cuestión, animando y dando la cara por el equipo, a Don Manuel eso le llamo mucho la atención y os propuso haceros unos pases de directivos para aliviar un poco los gastos de desplazamientos y pago de entradas, con ellos al menos os quitabais la entrada del partido pues para una pareja joven en esos tiempos eso se notaba en el bolsillo y ya que erais en verdad los embajadores del equipo y os mostrabais y seguíais al conjunto azul mucho más que cualquier directivo os lo teníais bien merecido ya que no era raro ver en campos lejanos de nuestro pueblo a vosotros dos “La parejita” como os llamaban, Toledano y su Señora y Dº Manuel. Vosotros erais la masa social que seguía a ese modesto conjunto que pertenecía a una población de 50.000 habitantes, que estaban más pendientes de que le pasaba al Real Madrid, o si el Barça era rival para ellos, que del equipo de su pueblo.

    Un cordial saludo y muchas gracias, por creer en lo que muchos no creyeron y que hoy tiene sus frutos. Sois la peña más grande de todas, en ganas y en corazón aunque en cuantía seáis 3 y si me apuras 4 con tu cuñado.

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