jueves, 12 de noviembre de 2009

ASI LO VEO YO (Villarreal - UDP)

ANOCHE TUVE ... ¿UN SUEÑO?

Por Antonio Gallardo,

Ya sé que cuando empezó la temporada dije de hacer los lunes una breve columna, sobre las sensaciones que hubiera tenido en cada desplazamiento, cuando el Puerto jugara fuera. Pero hoy me vais a perdonar que os cuente lo que me ha pasado esta mañana.

Y es que esta mañana, cuando tocó el despertador, desperté con una sensación extraña. Con una mezcla de cansancio, malestar general, ronquera... vuelvo a mirar el despertador "MIERCOLES 11/11/2009 7:00" y me pregunto ¿resaca entre semana? no creo...

Entonces empiezo a recordar lo que parece un sueño.
Como en todos los sueños el inicio es confuso, estoy en una calle, acompañado por mi mujer y mi hijo, parece que no estamos solos, reconozco a bastante gente de la que esta a mi alrededor, pero el lugar es desconocido. Estamos a las puertas de un estadio de fútbol, coqueto, muy cuidado, con una fachada imponente donde pone " El Madrigal". Las tiendas y los bares abiertos y un ambiente fútbolero muy agradable, con mucha camaradería.
No puede ser... ¿que hago yo, entre semana, en un campo de primera?

Cada vez se van aclarando más las imagenes de este sueño.
Me dispongo a hacerle una fotografía a Jorge, una señora se aproxima a nosotros y entablamos una amigable conversión. La hora del comienzo del partido se acerca y ella antes de despedirse nos dice: "tomad que sois buena gente" y alargando la mano le entrega algo a Pilar. Caras de sorpresa, esa amable señora nos acaba de regalar tres entradas de tribuna, fila 001, a pie de campo.

Que cosas pasan en los sueños...
Ahí estabamos los tres, viendo al equipo de mi pueblo en primera fila de un campo de primera, jugando contra un equipo que alterna la primera división con la liga europea.
Y ahí estaba la UDP, un equipo modesto pero no inferior, que no se dejaba deslumbrar por el entorno, ni se amilanaba ante los nombres ilustres de sus contrincantes. Nada de miedo escénico. Un equipo que jugaba de tú a tú y sin complejo alguno al Villarreal. Tácticamente rozaba la perfección y anulando el juego contrario y disponiendo de oportunidades, incluso para llevarse el partido.Todo esto ante un equipo plagado de internacionales.

En algunos momentos el sueño se parecía a esos que se repiten y repiten...
Gol en contra, en jugada dudosa...
Expulsión de un jugador puertollanista, por una presunta agresión...
Eso sí, las dos jugadas protagonizadas por el delantero de la selección italiana y por un arbitro de primera, con apellido sonado y sonoro.

Me esfuerzo en intentar recordar algo más...
El partido acaba, hemos perdido, pero curiosamente todo el mundo esta contento. Los jugadores y técnicos orgullosos del trabajo realizado, la afición minera orgullosa de su equipo.

Bueno os dejo. Me voy a trabajar con el tiempo justo, cansado, pero con una sensación de satisfacción enorme.

Que haría yo anoche para estar esta mañana así? Y que me decís del sueño?
Vaya día me espera, a sido cumplir los 40 y me pasan unas cosas más raras.

Cuidaros.

UNA NOCHE AZUL EN VILLARREAL

Por Luis F. Pizarro,

Ya ha pasado todo. Quería que las sensaciones se posaran; no quería escribir dominado sólo por la emoción. Pues bien, con toda serenidad, quiero que este escrito sirva de reconocimiento a aquellos que en Villarreal nos han hecho sentirnos tan orgullosos de nuestro pueblo y de nuestro equipo, sencillamente porque me parece de justicia que se sepa lo que les agradecemos su pelea, su honradez y su trabajo.

Es bien sabido que Puertollano es una ciudad luchadora, que no cede fácilmente, ni la atenazan las dificultades por grandes que sean. Hemos forjado nuestra idiosincrasia en la adversidad de un trabajo muy duro y extenuante, además de en la amalgama de todas las gentes que llegaron desde fuera y, absorbidas por una ciudad acogedora, enriquecieron nuestra sangre.

Pues bien, el pasado 10 de noviembre de 2009 vimos en el estadio de El Madrigal a un grupo de jugadores vestidos de azul que parecía que llevaban toda su vida en Puertollano por lo bien que nos han comprendido. Tal era la generosidad que derrocharon que todos los que estábamos allí para apoyarlos sentíamos que lo que estaban haciendo era apoyarnos ellos a nosotros. Habíamos ido hasta Villarreal para que no se sintieran solos y nos devolvieron con creces el acompañamiento. Cada vez que nos mirábamos los de azul se veían unas caras de satisfacción que no se olvidarán fácilmente.

Acabó el partido y había perdido el Puertollano… ¿Perdido? Nadie lo diría viendo que los aficionados locales desfilaban cabizbajos y musitando entre dientes, mientras que cualquier azul que te cruzabas iba con la sonrisa de oreja a oreja. Cualquiera lo diría viendo cómo lo que se oía bien fuerte era “¡Puerto, Puerto, Puerto!”. Eran las sonrisas del que lleva la cabeza bien alta; eran los gritos del orgullo, era la emoción de muchos que viajaron a Villarreal desde otras ciudades en las que viven, sólo para ver al equipo de su pueblo, que les permitió presumir de su origen. Y eso no se paga con nada.

Algunos hablarán de lo poco que vale eso. Claro, no son dineros, ni puestos de trabajo. Es verdad. Pero cuando uno viaja por ahí y se encuentra con la gente que le cuenta lo alegre que está por haber podido vivir un día como el que el Puertollano les hizo vivir, pues comprende que hay algo que el fútbol despierta, y que algún valor tendrá un deporte capaz de emocionar y hacer que muchas personas sientan el orgullo de ser de un lugar.

Así es como nos hicieron sentirnos los jugadores de la Unión Deportiva Puertollano, dirigidos desde el banquillo por un señor que “sólo” se llama Benigno Sánchez, que le dio un repaso táctico en toda regla a otro señor afamado llamado Ernesto Valverde. ¡Había que ver en la banda a Valverde nerviosito, sin saber cómo desatascar aquello, y a nuestro Benigno, con su gabardina y sus gafas, haciendo gestos para colocar a sus hombres de forma que los amarillos no sabían salir de aquel galimatías! Mire usted, señor Sánchez, no le conozco personalmente todavía, pero quiero decirle que en los dos meses que lleva en Puertollano ya nos ha comprendido perfectamente porque usted trabaja y se implica, usted vive lo que hace y siente al equipo que le paga. Cuando en la rueda de prensa le oí decir que nuestro equipo es pequeño en nombre pero grande en historia, me puso el vello de punta. Usted tendrá suerte al final o no, y con la crueldad del fútbol también le llegarán momentos torcidos, pero, en cualquier caso, por mi parte le digo que es uno de los nuestros; que la lección que dio el otro día dirigiendo a un equipo pequeño frente a un grande no se olvidará en Puertollano y quedará en la historia para siempre.

Y a través de usted quiero reconocerle su trabajo (creo que ya va siendo hora que lo hagamos) a Jesús Jiménez. Sabemos que ha pasado malos momentos y que hubo algunas cuestiones que comprendimos poco, pero él calló y aguantó el chaparrón con dignidad. Llegados a este punto, pienso que su trabajo le ha rendido buenos réditos al club y ha traído jugadores de calidad, demostrando solvencia en su profesión. Sinceramente, para mí, él también tiene su parte importante en lo que sucedió el pasado martes en Villarreal.

Y quedan los actores principales. Algunos son más conocidos por mí y los considero casi amigos. Me da igual. Para eso están los amigos, en todo caso, para hablar bien de sus amigos, y más cuando se lo merecen. ¿Ustedes vieron a un porterazo llamado Noé Calleja parando todo lo que llegaba por allí? ¿Vieron a Ormazábal, Pelegrina, Martín Vaquero y Pomar comiéndose a los famosos delanteros amarillos? ¿Vieron a Hernández resoplarle en el cuello y no dejar tocar balón a Joseba Llorente, que los marca a pares en Primera División? ¿Vieron a Raúl Medina, majestuoso, dominar el horizonte para tapar el peligro y desdoblarse luego? ¿Vieron a Casabella y a Encinas lograr que descompusieran la figura los elegantes centrocampistas locales? ¿Vieron a Álvaro Valdés caracoleando y complicando la vida a un tal Capdevila, internacional y campeón de Europa? ¿Vieron a Addison volviendo locos a los defensores rivales? ¿Vieron a Honorio, Acorán y Rafa Belda achuchando hasta encerrar al orgulloso Submarino en su área en el último cuarto de hora? ¡Qué gozada! No estamos exagerando. Cualquiera lo pudo ver por televisión.

Gracias a todos porque hicisteis más grande al Puertollano y se habló de nuestra ciudad con el respeto que provocó vuestra actitud honrada y vuestro trabajo de calidad. Lograréis lo que todos queremos o no, pero lo que nadie os quitará es que ya recordaremos siempre la gesta que hicisteis en Villarreal. Aunque no tuviera el premio de la victoria, tendrá el homenaje que sale del sentimiento y del corazón azul, que siempre se asienta en la dignidad que vosotros tuvisteis.

© Luis F. Pizarro, autor de la Historia del Fútbol en Puertollano.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Por Manuel Martín García

El pasado día 3 de Noviembre hace un año que nos dejó Don Manuel Martín Cebrián, “Don Manuel”, como era conocido por sus vecinos y clientes en su botica de la calle Córdoba o Martín Cebrián para las gentes del mundo del fútbol. Hablar de él es hablar de la historia del fútbol de Puertollano, socio desde los inicios del Calvo Sotelo, y eventualmente portero del equipo de la mina de la extranjera, aunque nunca las dotes de deportista fueron su fuerte, y se decantó desde muy joven por vivir desde fuera todo aquello que movía el mundo del fútbol ese gusanillo que se te mete en las entrañas y no puedes dejar.

Pasó de simpatizante y seguidor a desempeñar labores de directivo, que con el tiempo se convirtieron en las de presidente de la entidad en unos tiempos de poca bonanza donde las ayudas de la empresa petroquímica mermaban a raudales y el equipo se desinflaba del todo en un ilusionante casi ascenso que se quedó en aguas de borrajas y en punto de inflexión para el devenir del club.

El fatídico día del Linares, el del todo o nada, cerró un poco el camino victorioso hacia la segunda división y hacia las miras ilusionantes de Don Manuel de ver el equipo de su ciudad en los más altos pedestales del fútbol español codeándose con ciudades mucho más grandes y señoriales que la nuestra, con grandes estadios y grandes aficiones. Pero humildemente la realidad nos dio la espalda y llegaron los tiempos de vacas flacas y tinieblas, donde nadie quería saber nada del Calvo Sotelo, y eran muy pocos los que llevaban con honor el nombre del equipo en el corazón, aguantando los chascarrillos y bromas del gracioso de turno riéndose de los males del equipo del que también era su pueblo.

Pero fue la fuerza de esta poca gente que mamó el fútbol desde sus orígenes quien tiró del carro y desde el mismísimo infierno de las categorías regionales supieron sacar la cabeza y reflotar con el tiempo un barco abandonado y a la deriva que se hundía por momentos y que ahora es el buque insignia de la ciudad, de la provincia e incluso de la comunidad.

Lo bueno de Don Manuel era su humanidad, su entrega, su cariño a su pueblo y sus colores, no se impresionaba cuando tenía que viajar a grandes estadios de primer nivel del fútbol nacional, o tratar con figuras del mismo. Presidentes como Santiago Bernabeu, Vicente Calderón, Rico Pérez, José Luís Núñez, o Samper el del Español, les tenían un cordial aprecio por su desparpajo cuando defendía los intereses de los equipos de la segunda B. El mismísimo Pablo Porta le alababa su tesón, y las formas de defender lo suyo.

Jugadores internacionales, figuras de los mejores equipos… no tenía reparo en tratarlos como lo que son, personas y no como mitos o estrellas, un tu a tu que les agradaba y reconfortaba, pero al igual que se desenvolvía en lo más alto también tuvo entrega en lo más bajo, viajando a pueblos pequeñísimos a los que nadie quería ir, en los tiempos en los que había que hacer los desplazamientos en coches particulares y se tomaba un bocadillo que él pagaba de su bolsillo en la mayoría de las ocasiones, Campillo, Cebolla, Villasequilla, no importaba el sitio el viaje se hacía con la misma ilusión y el mismo empeño.

Nadie ha hecho tantos Kilómetros como Don Manuel dirigiendo las expediciones del primer equipo, como delegado y a la vez como sanitario por su condición de farmacéutico… cuando no tenía que desempeñar las labores del entrenador, cuando eran expulsados, sin olvidar las labores de delegado de campo cuando se jugaba en casa. No se como lo hacía pero sabía ganarse a la gente, y era apreciado por árbitros, dirigentes de equipos contrincantes y jugadores.

Además por su implicación con la entidad, se veía inmerso en todos los asuntos. ¿Quién no conoce la famosa impugnación del partido del Lorca? Pues la hizo él, o aquella del intento de amaño entre un colegiado y la directiva del Socuéllamos. Ha estado implicado más de lo que se puede contar en más de un ascenso de categoría y no le faltaba tiempo para atender las necesidades del que se lo pidiese. Vamos igual que ahora que viajan 20 profesionales de todo tipo y todos con sus sueldos. Que si segundo entrenador, que si médico, que si físio, el delegado, etc, etc.

Siempre buen conversador, amante del fútbol por encima de forofismos, ha sabido sacar siempre lo mejor de sí, y por eso ha sido respetado. No puedo olvidar como le gustaba tomarse su cervecita alrededor de una tertulia de fútbol y como a pesar de sus vivencias con lo más granado del fútbol, nunca presumía y se alardeaba de sus conocimientos de primera mano. Tan sólo intentaba hacer ver a los contertulios a veces incrédulos de cómo funcionaba el fútbol desde dentro, con mucha pasión siempre, pero nunca perdiendo los papeles.

No puedo olvidar que el fue el último representante del club que dirigió la expedición ante el Atlético de Madrid en ese rememorado partido de Copa del Rey o el último que se sentó en el banquillo del Tartiere junto a Tartilán, el entrenador, en sus funciones de delegado. Nunca piensas quien pudo estar ahí manejando la expedición, pues si dudabas y pensabas en Martín Cebrian tenías un alto porcentaje de acierto.

En días como el de todos los Santos echamos mucho de menos a todas esas personas que veíamos desde chicos, animando a su Calvo, padres, amigos, vecinos, parientes, quien no se acuerda de ellos, un día de fútbol y recordar sus caras, sus voces en el Cerrú, disfrutando de su equipo. ¡Cuántos recuerdos se me pasan por la memoria! y no se me borra la imagen y el recuerdo de muchos de ellos, más o menos influyentes en el transcurrir de la entidad, pero todos ellos tan importantes, tan determinantes en el famoso gusanillo que antes comentaba y que cada día, me hace querer más y sentir más el equipo de mi pueblo.

Gente como mi abuelo materno que fue capaz de dejar a medio casar a un hijo por no perderse un partido de su Calvo, gente que cambiaba las fechas de acontecimientos para seguir al equipo, recuerdos en blanco y negro pero en letras de oro, hoy mis letras van dedicadas a todos ellos, y en especial a ti papá.

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